Feliz día a todos. Una de las coplillas de la Jota de la Siberia extremeña dice: garbayuela es buena tierra, porque tiene cerca el monte. Pero mejor es Siruela, por el barrio de San Roque. Esta comparación, en cuanto a las virtudes geográficas de ambos municipios siempre me ocasionó cierto malestar emocional por cuanto que manifestaba una relativa superioridad que aunque fuese sobre un aspecto puramente circunstancial no dejaba de ser arrogante y hasta, en cierto modo, desconsiderada.
Un día, jugando con el lápiz en el lienzo del pentagrama, se fue dibujando la estructura melódica y armónica de un pasodoble de los de antes. Un pasodoble que traía los sonidos de las verbenas y del baile de la matiné; del tablao de remolque de tractor. De micro "ronette". De carrillo de los Helados. De escopetas de feria. De futbolín de agallas. Por un momento me imaginé tocando en ese remolque a: mi padre, a Julián, a Gregorio Lázaro, a Felipe Vaquerizo, a Juan Pedro Mendoza, a Pedro (sopas), a Francisco Pecos, a Juan Antonio (el chato), a Juan Regadera, a (Fanegas) de Siruela, a Julián (el trompeta) a Antonio, a Catano en Talarrubias (durante un tiempo profesor de acordeón de mi padre y el que le prestó su apellido, que no mote ni apodo).
Cuando a este pasodoble tuve que escribirle una letra, recordé mis cuitas respecto a la dichosa coplilla jotera, y utilicé esas elucubraciones personales para desahogar mis manías con el sentido de la misma.
Y llegó el momento del cante.
Yo desde muy pequeño, ya cantaba. Luego en el colegio también debuté como solista en el coro; más tarde lo hice como cantante en varias orquestas. Y un día con 63 años, la voz se agotó. Se rasgó. se volvió estropajosa. En definitiva se cansó.
Ahora con 74 años y después de un prolongado descanso, mi voz ha ganado casi dos tonos y aunque perdió el brillo y la modulación conserva un punto de vibrato y de calidez.
Hasta aquí, la presentación de este pasodoble que titulé: Garbayuela es buena tierra.
Que lo bailéis bien y apretaos, no en vano somos la generación del 50 por ciento. La mirad lentas la otra mitad sueltas.
Saludos.